Ayer rememoré por qué me cuesta ir tanto al cine. Y el motivo es, la gente que va al cine. Vale que comentes algo en bajines, vale que tengas sed y bebas agua o lo que se antoje, pero por dios, deja de comer PATATAS FRITAS, así, con toda la bocaza abierta y directamente de la bolsa y menos, no hagas comentarios absurdos y sin sentido a voz en grito, porque resulta que molestas. Resulta que aún hay gente civilizada que va al cine a disfrutar de una buena película (aunque no fue el caso) que va a embriagarse y a ser absorbido por la historia y pasa que porque un grupo de PAPAGAYOS megaultrafrikis disfruten gastándose 6.60€ en una entrada para hablar, beber y comer como si estuvieran en un bar, los verdaderos cinéfilos no podamos ver con tranquilidad una película.
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